El
origen volcánico de las islas Canarias confiere a las islas un
relieve montañoso y una costa muy abrupta con grandes acantilados
que se intercalan con plataformas rocosas y playas.
Gran
Canaria, por ejemplo, tiene zonas muy rocosas que son propicias para
el marisqueo principalmente en las zonas norte y oeste, como lo
atestiguan los concheros encontrados en La Isleta, Mogán o en el
Barranco de Tirajana.

La
explotación y recolección marina es el resultado de un profundo
conocimiento del medio y del estudio de los animales que es
transmitido de una generación a otra. Además, el marisqueo no solo
servía para la alimentación sino para los intercambios entre
poblaciones.
Aunque
los métodos de recolección dependerán de la especie que se quiera
obtener, generalmente el marisqueo no necesita instrumentos muy
complicados sino utensilios sencillos algo rudimentarios. Los útiles
más usados serían el lapero, el anzuelo, cestos de juncos o la
raspera. Gracias a los resultados en las investigaciones en
Caserones, es muy probable que hubiese una cierta tendencia a
recolectar los invertebrados de mayor tamaño. Generalmente, era una actividad que se realizaba en marea baja.
También
es importante resaltar que, el marisqueo tendría otros usos que los
de alimentar a la población puesto que se han encontrado restos de
conchas reutilizadas, lapas con desgaste o almagre, burgaos con
líneas y grabados. También se han encontrado restos calcinados cuya
teoría más aceptada es que fueran de manera fortuita aunque existe
una teoría que los compara a contextos americanos que tendrían un
significado ceremonial.
Como
ya se ha comentado, las principales áreas de recolección se
encuentran en plataformas muy rocosas, acantilados y playas de piedra
localizadas en la desembocadura de los barrancos. Estas áreas no
estarían muy alejadas de los asentamientos de población. Un ejemplo
de asentamientos relacionados con el marisqueo sería Tufia.

BATISTA
GALVÁN, Carolina: El marisqueo en la prehistoria de Canarias,
Las Palmas de Gran Canaria